Columna Sur  

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Héctor Narváez

La transición a la mexicana

Se dio en el 2000, con la primera caída del PRI en el poder federal. Y se repitió otro episodio igual en el 2018.

Sin embargo, en las dos etapas importantes para el país, no se ha concretado la democracia, ni siquiera se han puesto los cimientos.

La transición a la mexicana. Que ha sido más de forma que de fondo, más de partido que de Gobierno.

Algo muy conveniente

Lo escribí hace semanas: si se rompen las reglas del juego en el pasado y no hay nuevas reglas, no existe un juego claro en el presente.

En otros términos: no hay transición. No hay un cambio ni transformación como tanto se prometió.

Pero, no es algo nuevo que sucede en México. De hecho, no solo nuestro país padece de esto.

Según especialistas nacionales e internacionales, esta situación ya llevará como medio siglo que se ha dado en por lo menos 25 naciones del mundo, en donde quizá ha sido fácil el triunfo de aquellos hombres para llegar a la Presidencia, pero no han logrado instaurar un nuevo sistema de Gobierno.

España, que es uno de los países que hoy en día puede presumir que ha alcanzado a ser el ejemplo más importante de democracia, le costó décadas de pobreza y de autoritarismo de sus gobernantes.

En otras palabras: tuvieron que tocar fondo. Sufrieron una dura crisis política y económica. A ello se agregó una crisis mundial, como la que padecemos hoy por la pandemia.

Además de que en ese país no había crecimiento y constantemente se daba el desempleo –como estamos padeciendo hoy los mexicanos–, “los demonios andaban sueltos” tras la caída de un régimen autoritario.

Y por eso no encontraban solución a sus principales problemas. Porque todos estaban contra todos. Algo muy conveniente para quienes mal gobiernan.

Sin libertad

En aquella etapa difícil, en España la extrema derecha deseaba provocar la intervención militar.

Hasta el momento en México no ha pasado esto. Pero, tampoco podemos decir que no pueda estar ajeno a un escenario de este tipo, como ha sucedido en otros países de Latinoamérica como Venezuela.

En este Gobierno Federal se le ha dado una importante participación al Ejército en diferentes tareas, dependencias y tomas de decisiones, lo cual debe de preocuparnos.

Como sucedió en su momento en España, se desacreditaba a las instituciones, se fomentaron conflictos sociales, aumentó la inseguridad y se buscaba manipular a los medios de comunicación.

Muy parecido a lo que hemos vivido y seguimos viviendo en nuestro país. Sucedió en el periodo de Vicente Fox y hoy pasa con López Obrador.

Desde el 2000, los grupos contrarios al Gobierno crecieron y con ello una gigantesca campaña de desacreditación, que lo hemos visto con marchas y protestas en las calles, bloqueos carreteros, toma de edificios, enfrentamientos con los policías y los militares, entre otras acciones que se han querido mostrar como algo común, pero es una clara señal de que las cosas no han caminado bien con las autoridades.

En España, como sucede actualmente en México, los conflictos sociales no son por mera casualidad, atrás se encuentran quienes financian, para meterle presión a los gobernantes y acepten sus condiciones.

Por todo esto, ese país europeo estuvo a punto de sufrir un golpe de estado, ante la ingobernabilidad. Es lo menos que deseamos que suceda en nuestra nación, pero sería bueno ver ese espejo, antes de pretender invadirlo y hasta nombrar “monarca” a AMLO, cuando no tenemos con qué y pasamos por serios problemas ante la falta de claridad del Gobierno.

A lo que voy, primero: los actuales hombres en el poder deben tener muy claro que no son la transformación, si acaso son el comienzo de la transición a la democracia, y lo cual se puede concretar en años, incluso llevar décadas.

Segundo: Deben de entender de igual manera que la transición no es de partidos, sino de sistema de Gobierno. Pero, real, de fondo. Para eso, se necesitan también de años de reformas políticas, económicas y sociales, para lograr esta transformación.

Y, por último: Con la caída de un régimen, caen los grupos que de alguna u otra manera se mantenían controlados. Al quedar sueltos, como demonios, andan provocando enfrentamientos, escándalos e inestabilidad en todos los sentidos. Pero, también se encuentra libres, porque no existen operadores políticos que logren “amarrarlos” y hasta hay acuerdos secretos con los del pasado que no permite hacer algo con ellos.

Así, nuestro país no puede ser libre. Por el contrario, lastimosamente sigue estando atado a un modelo político como el del PRI, que ha sabido como crear una transición a la mexicana.

Moraleja: Más claro… ¡Ni el agua!

Al margen: ¡No pasa!

En el Congreso de la Unión la oposición está logrando que no avance el periodo extraordinario para aprobar la Ley Federal de Revocación de Mandato y con ello se estanca la organización de la consulta para preguntar a los mexicanos si quieren o no que continúe AMLO como Presidente.

Morena ni con sus aliados alcanzó los votos suficientes y lo cual evidencia que se están quedando “chicos” como mayoría en el Poder Legislativo. No pasa. Y sería mejor… ¡Por el bien de México!

Por último: ¡Se tambalea!

El Tribunal Electoral Federal ordenó el recuento de todas las casillas para la elección de Gobernador de Campeche, en donde habría ganado Layda Sansores y Morena.

Este “recuento” fue a petición de Movimiento Ciudadano, quien a través de su impugnación logró acreditar que hubo irregularidades. Se tambalea. Y algo así puede pasar en Chiapas con algunas alcaldías en donde se habría cometido fraude.

¡Nos leemos el lunes!

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