Acá entre nos

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Acá entre nos

 

Alejandro Moguel

 

El mensaje de ayer

De seguro, los análisis políticos de las próximas horas estarán centrados en el mensaje dado a conocer ayer jueves por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, con motivo del tercer aniversario de su triunfo en las elecciones generales del 2018.

Hay que recordar que ayer jueves no se cumplieron tres años del gobierno federal, sino el primer trienio del triunfo en las urnas del actual presidente. Él tomó protesta del cargo exactamente seis meses después, el 1 de diciembre del mismo año, tal y como lo señala la Constitución General de la República. Digo eso, porque después de la reforma política de hace como cuatro años, quien gane los comicios generales del 2024 deberá tomar protesta del cargo el 1 de septiembre de ese mismo año.

Luego entonces, ayer 1 de julio se cumplieron dos años y medio de estar ejerciendo el gobierno y tomando decisiones. Tenemos que ser exactos.

Después van a aparecer las cifras exactas y realistas de la pobreza, de la inseguridad pública, de la escasez de medicamentos y de la caída de la economía a nivel nacional, cuyos efectos han estado golpeando de manera severa a los mexicanos de todas las clases sociales.

Fiel a estar echando la culpa de todos los problemas del país a sus antecesores en el gobierno federal, el tabasqueño y sus colaboradores van a empezar a tener graves problemas. Eso, porque después de haber transcurrido casi tres años de su mandato, todos ellos van a tener que explicarle a los mexicanos que los cárteles del crimen organizado han estado operando, transportando drogas y matando personas desde hace más de veinte años, pero tendrán que explicar qué han estado haciendo para frenarlos.

Van a tener que justificar qué han estado haciendo para combatir la pobreza y por qué hay tan pocos o nulos resultados de sus políticas públicas en ese sentido, porque los mismos datos oficiales revelan que hoy hay más pobres en México que hace tres años.

Los representantes de la Cuarta Transformación van a tener que responder a las interrogantes surgidas del por qué sigue habiendo escasez de medicamentos en todos los hospitales y, principalmente, para atender a niños con cáncer, asunto que ya ha trascendido a niveles internacionales. Etcétera, etcétera, etcétera. En síntesis, los políticos de la 4T ya no tienen para dónde hacerse. Ya no podrán evadir sus responsabilidades administrativas o políticas, porque ya ha transcurrido suficiente tiempo para entregar resultados a la población y, por todo lo que se ve en diversos rubros, las cosas siguen iguales o peores que cuando ellos tomaron las riendas del poder político a nivel nacional.

De su discurso de ayer jueves, vale la pena rescatar algunos conceptos. Por ejemplo, sobre la oposisición, afirmó: “Son adversarios, no enemigos. No los tratamos como ellos lo hicieron cuando nosotros estábamos en la oposición, no los vemos como enemigos a destruir sino como adversarios a vencer. Sencillamente, defendemos y representamos proyectos de nación distintos y contrapuestos”.

Sin embargo, en los hechos hace exactamente lo contrario. Cuando sus opositores se vuelven críticos a su gobierno, les echa encima a la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para exhibir sus fortunas y vincularlas a actos de corrupción o los fustiga a diario en sus conferencias mañaneras.

De igual forma, planteó: “no poseo ni aspiro a tener el monopolio de la verdad absoluta, por eso reitero: nuestros adversarios siempre recibirán del gobierno que represento, el respeto y la libertad, al que tienen derecho, para manifestarse sin límites, represión o censura”.

“A causa de la transformación que estamos aplicando, se terminó de integrar un bloque conservador abiertamente opuesto al gobierno que represento y a las políticas públicas que llevamos a la práctica”, deslizó, por otra parte.

“Posiblemente haya quienes imaginaron que sería de otra forma o que han llegado a la conclusión, en ejercicio de su libertad y su criterio, que no comparten mis ideas y que no les gusta mi estilo de gobernar; pero nadie, en honor a la verdad, podrá decir que no he cumplido con mi compromiso de desterrar la corrupción y destinar mi imaginación, experiencia y trabajo en beneficio del pueblo y de la nación”. Esto parece más apegado a la realidad, pero cuando se trata de sus adversarios. Cuando ha habido corruptos de casa, termina protegiéndolos.

Sobre la seguridad pública dio datos que no vale la pena mencionar, porque todas las cifras proporcionadas por él mismo en las mañaneras no coinciden de ninguna forma con la realidad que los mexicanos vemos o padecemos todos los días.

El crimen organizado está en su máxima expresión. El periódico Reforma publicó en su primera plana de este jueves un recuento de hechos violentos: después de las elecciones, van diez masacres. Es evidente que en ese rubro, los delitos de alto impacto, nada ha podido hacer el gobierno federal.

Sobre la vacunación, apuntó: “Es público y notorio que informamos y respondimos a tiempo, que levantamos con oportunidad el sistema de salud pública, que estaba en ruinas. No titubeamos en destinar recursos a la atención de la pandemia”. Eso es una verdad a medias.

“Reitero el compromiso de vacunar aun con una dosis a todos los mayores de 18 años del país, para el mes de octubre, con el propósito de que lleguemos al invierno más protegidos”.

Al hablar de la economía nacional dio a conocer sus expectativas que todos los mexicanos deseamos se cumplan: “Casi todos los pronósticos para este año coinciden en que la economía crecerá alrededor del 6 por ciento, no hemos contratado deuda pública adicional y, como no sucedía en tres décadas, el peso no se ha devaluado”.

Muchas cosas más van a decirse de ese mensaje. La moraleja, insisto, es: urgen más acciones que convenzan y menos bla, bla, bla.

Email: alexmoguels@hotmail.com

 

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