Acá entre nos
Alejandro Moguel
A las cosas, por su nombre
Miles de tuxtlecos -más de setenta mil, hasta ayer- refrendaron su confianza a Carlos Morales Vázquez para que haya continuidad en los servicios básicos, como la pavimentación de calles, alumbrado público y limpia, cuyos efectos positivos redundan directamente en el bienestar de los ciudadanos y el progreso de la ciudad capital en su conjunto.
Esas decenas de miles de votos constituyen un reconocimiento implícito al desempeño honesto del mencionado gobernante, al orden que él puso en las finanzas públicas, a la eliminación de actos de corrupción y al despilfarro que sus antecesores hacían con los recursos económicos del pueblo.
La sociedad percibe claramente esos aspectos y bastaron con dos años y medio de ejercicio gubernamental, hasta que solicitó licencia para buscar la reelección, para que la gente se diera cuenta de que Morales Vázquez es completamente distinto a los demás que estuvieron en ese mismo puesto los cuatro trienios anteriores, por lo menos.
La posibilidad que las leyes otorgan a los políticos de buscar la reelección en sus cargos significa justamente una forma de referéndum entre sus gobernados. Ahí los ciudadanos tienen la oportunidad de rechazar a quienes les hayan funcionado mal y de refrendar su voto de confianza a quienes hayan desempeñado en forma eficaz. Esto último ocurrió con el morenista. La gente volvió a confiar en él.
Desde luego que eso significa un enorme compromiso de que ahora habrá de procurar que las cosas sean mejores que antes. Los votantes no le han entregado un cheque en blanco. Hoy ha evolucionado para bien la democracia en México, pero la gente se ha vuelto más exigente y está pendiente de lo que hacen o dejan de hacer sus gobernantes.
Sin embargo y a pesar de haber estado en una posición de gobierno y de pertenecer al partido en el poder presidencial, Morales Vázquez tuvo que remar contra corriente y enfrentarse a contrincantes sin escrúpulos que se la pasaron tratando de engañar a los tuxtlecos, ofreciéndoles todo tipo de cosas que de antemano se sabía no iban a poder cumplir.
Se enfrentó a campañas mediáticas sucias y denostativas, a un Willy Ochoa que distribuyó grandes cantidades de dinero destinadas a la compra o coacción del voto de los ciudadanos y a actos anticipados de campaña que pretendían colocarlo a él en desventaja. Pero, la gente se dio cuenta de que esos vicios corresponden al pasado ominoso y a cuyos exponentes el pueblo está empeñado en desaparecer. Así se reflejó en las urnas. La gente dio un rotundo no a ese tipo de políticos ventajosos, corruptos y que tratan de hacer todo lo que esté en sus manos para asaltar el poder político y después servirse de él.
Carlos Morales Vázquez conquistó, por segunda vez consecutiva, la confianza de la mayoría de los tuxtlecos. Hasta las 17:00 horas de ayer lunes, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) ubicaba al morenista con 73,529 votos contra 45,294 de su más cercano contrincante el priista Willy Ochoa Gallegos. O sea, unos 28 mil sufragios de diferencia entre uno y otro contrincante. Se trata de un triunfo holgado y suficientemente amplio como para poder imaginar que su opositor quisiese alegar fraude o expresar su deseo de ir a los tribunales a pelear un resultado que no pudo ganar en las urnas.
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