Acá entre nos

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Acá entre nos

 

Alejandro Moguel

 

El rockstar mexicano cerró el año con broche de oro

Todo mundo tiene derecho a hacer de su vida un cacahuate, siempre y cuando no afecte los derechos de un tercero, pero usted Hugo López-Gatell no es “todo mundo”. Usted es el responsable de gestionar y administrar las políticas públicas para disminuir al máximo los riesgos de contagios y de muertos por Covid-19 en toda la República Mexicana. Y no se trata de una concesión personal suya, es un mandato constitucional que debe ser cumplido al pie de la letra o, de lo contrario, podría usted estar cometiendo un delito que se llama omisión.

Usted está al mando de miles de médicos, médicas, enfermeros y enfermeras de todo el país quienes están en la primera línea de batalla contra esa mortal enfermedad.

Incluso, muchos de ellos han enfermado y han muerto porque la dependencia que usted encabeza, señor López-Gatell, no les proporcionó a tiempo el material que les garantizase una protección efectiva de los contagios.

Creo yo y lo han de creer millones de mexicanos, que por eso usted no tenía derecho a irse de vacaciones porque, si bien usted, como todos los demás seres humanos tienen el genuino derecho a un momento de esparcimiento, de descanso o de buscar instantes que le proporcionen a uno placer, usted no está en ese rango, señor López-Gatell.

Es un sacrificio que deben hacer todos los funcionarios públicos y si no quieren privarse de algunos goces de la vida, que renuncien a sus cargos. Todos los saben. Por eso, mucha gente lo ha criticado y se ha indignado por su actitud, con justa razón, de haberse ido a disfrutar de la tranquilidad de una playa, del relax de no estar en una oficina trabajando.

Ese solo hecho es ya criticable, pero más criticable es que usted haya contestado con soberbia y altanería a los cuestionamientos hechos por los reporteros y en redes sociales por millones de mexicanos libres. Todos los cargos públicos y más los de alto nivel, como el que usted desempeña, obligan a comportarse en forma sencilla, usted debería saberlo, pero no. Se dedicó usted a tratar de justificar algo que es injustificable e indefendible.

Mucha gente, sobre todo los seguidores de Morena y la 4T, lo quedaron viendo con suspicacia o tal vez con displicencia, pero fue usted el hazme reír de otros tantos millones de mexicanos cuyo bagaje cultural, académico y de inteligencia fueron suficientes para poder comprender que lo que usted hizo fue muy irresponsable y políticamente incorrecto, por decir lo menos.

Algunos periodistas fueron lapidarios, como Pascal Beltrán del Río, director del periódico El Excélsior, quien escribió un artículo sobre ese tema, pero descargó la parte esencial en el siguiente párrafo: “Los defensores de López-Gatell dicen que tiene derecho a descansar. Sin duda, cualquier ser humano lo tiene, pero en la actual circunstancia, cuando muchos médicos de primera línea se han enfermado, han muerto o han pospuesto sus vacaciones y cuando millones de mexicanos pasaron un triste fin de año, exhibirse como lo hizo él es una insensatez, por decir lo menos.

“Por último, no deja de ser significativo que López Gatell haya elegido Zipolite para descansar. El lugar –cuyo nombre en zapoteco significa “playa de los muertos”- es conocido mundialmente por la práctica del nudismo. Y aunque no se sabe si el funcionario se despojó del traje de baño, sí que se dejó ver al desnudo, como un ser cuya soberbia es mayor que su vergüenza”. Punto final de la cita de Beltrán.

Ahora sigo yo. Treinta millones de mexicanos votaron a favor del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador porque estaban cansados, hartos, de conductas como esa, la de usted. Esos votos constituyeron un merecido castigo contra una clase política que se consideraba intocable.

Debería usted saber que esa actitud suya, la de falta de sencillez y humildad, ya generó mucha molestia, insatisfacción social y frustración. Pero la gente ya despertó del letargo en que estuvo inmersa por las circunstancias políticas, tecnológicas y sociales del siglo pasado. Hoy está más informada y ya sabe dónde se va a desquitar: en las urnas el domingo seis de junio. Pequeño favor le está usted haciendo al proyecto de la Cuarta Transformación que mucho empeño y dedicación le ha puesto, su jefe, el mandatario nacional.

Cada uno de los actos cometidos por funcionarios públicos del gobierno actual se han ido sumando a una inconformidad social cada vez más amalgamada y decidida a blandir con su mano derecha el único mecanismo civilizado más eficiente que tienen las sociedades modernas para poner o quitar a un gobernante de la escena pública: la boleta electoral.

SOBRE LA TOLERANCIA

“No quiero convencer a nadie de nada. Tratar de convencer a otra persona es indecoroso, es atentar contra su libertad de pensar o de creer o de hacer lo que le da la gana. Yo quiero solo enseñar, dar a conocer, mostrar, no demostrar. Que cada uno llegue a la verdad por sus propios pasos, y que nadie lo llame equivocado o limitado. ¿Quién es quién para decir esto es así, si la historia de la humanidad no es más que una historia de contradicciones y de tanteos y de búsquedas?”.

Es un pensamiento sublime de nuestro poeta universal Jaime Sabines plasmado en Diario semanario y poemas en prosa, publicados por la Universidad Veracruzana en 1960 y citado por (Poniatowska, 2013).

Es un portento para ejemplificar que todos los seres humanos piensan de forma diferente, que cada uno tiene su propia visión del mundo –cosmovisión, le llaman algunos-.

“Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros”, diría Immanuel Kant, en el mismo contexto, pero más contundente, ese probablemente el más grande filósofo de Alemania (1724-1804).

Es, pues, una forma sencilla de decirle a los seres humanos, principalmente a los políticos de la 4T, que deben saber convivir con los demás de sus congéneres tal y como ellos son, y que nunca vamos a poder imponer nuestros puntos de vista porque, simple y sencillamente no habrá jamás uno que se parezca exactamente al otro.

 

email: alexmoguels@hotmail.com

 

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