Código Nucú
César Trujillo
Las librerías de barrio
Apostar a la venta de libros en Tuxtla Gutiérrez parecería un suicidio, sobre todo si se mantiene vivo ese cliché de que en esta ciudad nadie lee. Es un riesgo que pocos se animan a correr. Lanzar esa moneda, verla girar, esperar su lenta caída y su choque en el cemento para dejar a la suerte el águila o sol, no es algo que todos estén dispuestos a hacer.
Sin embargo, siempre hay una persona que aparece como un rayo de esperanza, que levanta la mano y se avienta al ruedo depositando su fe en los otros, y demostrando que sí existen muchas personas que consumen libros, que leen y que alientan a este tipo de proyectos a seguir poniendo un granito de arena en esta fracturada sociedad. Un granito de arena en quienes creemos que el arte puede salvarnos.
Este es el caso de mi amigo el poeta y editor Fabián Rivera. Un hombre generoso y con un gran corazón al que quiero y admiro, y que decidió hace no mucho apostar, primero, a la consolidación de una editorial que va creciendo en su catálogo y que busca afianzarse en el sur de este país bajo el nombre de Surdavoz (ahí publiqué Bitácora del capitán Francisco de Ulloa), y segundo, la puesta en marcha de una librería de barrio.
El concepto de librería de barrio captó la atención de muchos tuxtlecos y de los vecinos de la zona sur poniente donde el vate chiapaneco un día levantó la cortina de su garage para llenarla de estantes y libros, y de música clásica, blues, jazz, cumbias y algo de rock. Un ambiente diferente que contrastaba con el bullicio de las cantinas o los ruidos de los vehículos, cabe señalar.
Quienes vieron los primeros días a los libros irse acomodando, formándose en filas, escondiéndose entre cerros, agrupándolos por secciones, seguramente tacharon de loco a Fabián. Lo vieron sentado, bajo su ropa empolvada limpiando y acomodando todo. No los culpo. ¿Quién en su sano juicio invierte los pocos pesos que tiene y que se gana dando clases o corrigiendo textos en un montón de libros esperando que otros lleguen a comprarlos?
Sin embargo, la idea de Fabián funcionó. Esas apuestas funcionan. Poco a poco la gente del barrio se fue acercando a preguntar, como dudosa, de qué trataba el proyecto y el rumor de una librería de viejos, tan necesaria hoy en día, corrió por las redes sociales jalando como un imán a aquellos seres que siempre andan en busca de almas gemelas o de historias, y me incluyo.
Confieso que muchas de las joyas que hoy guardo en mi biblioteca personal las adquirí en el Garage 789 Librería de Barrio. Incluso algunos libros que no había podido conseguir, Fabián tuvo la gentileza de localizarlos para mí. Quizá uno encuentra mucha variedad porque es literato y de forma inteligente ha ido conociendo a sus clientes, pero también porque más allá de un simple negocio es un amante de los libros y los ve con otros ojos.
He visto la forma en cómo toma cada ejemplar, lo acaricia y habla de él. Lo hace no de forma fría, no sólo bajo el conocimiento simplista, sino con un cariño especial que sólo quienes aman los libros, quienes tienen una biblioteca (pequeña o grande) en casa entienden.
Pero Fabián no sólo se quedó en ese proceso. Buscando acercar más libros a la ciudadanía se hizo también del proyecto Libros Tuxtla, mismo que apenas el miércoles fue inaugurado en las inmediaciones del Parque de La Marimba, desde donde maneja también otro inventario de libros y donde usted puede llegar de visita. No se arrepentirá.
Recuerdo que cuando llegué a esta ciudad a estudiar literatura en la Unach, allá por 1999, compraba libros en algunos puestos de revistas, en La Ceiba, el Educal, en una que estaba en la recién inaugurada Plaza Crystal y en una librería de viejos que se sostuvo por algunos años en el centro de Tuxtla Gutiérrez, pero la inseguridad y el miedo fueron acabando con su esencia y se fue diluyendo entre el polvo mismo que empezó a cobijar a todos los libros.
Poco a poco he sido testigo de cómo estos espacios se han ido diluyendo y han cedido a la frivolidad. Claro, el Educal se mantiene, surgió la librería Porrúa y el FCE, pero a la par de estas que sólo venden libros nuevos, surgen las dos apuestas de mi amigo Fabián con los libros viejos y los de colección.
Celebro que este tipo de proyectos se den, que existan aún personas que apuesten por la literatura, por los libros, por fomentar la lectura y por abrir espacios que nos hacen ver que no todo está perdido en este mundo. Así que si usted busca un libro acuda al Garage 789, en la 15 sur casi esquina 7ª poniente, o a Libros Tuxtla en la 9ª poniente entre 1ª sur y Av. Central.
#Manjar Cinco poetas a los que guardo un cariño especial y admiro, y con quienes hemos tenido largas charlas sobre la poesía, los libros y la vida, han obtenido un merecido reconocimiento a su gran trabajo este mes. Octubre siempre es un mes de recuerdos buenos y este no fue la excepción. Balam Rodrigo ganó los Juegos Florales Universitarios en Campeche, Armando Salgado ganó el Premio Nacional de Poesía Rodulfo Figueroa 2020, Fabián García ganó los Primeros Juegos Florales de Literatura Comitán en la categoría local, Fernando Trejo los Primeros Juegos Florales de Literatura Comitán en la categoría estatal y Marco Murillo el Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco 2020. Qué gusto ir cerrando este año tan complejo con noticias tan agradables. Aunque lo saben, a todos ellos mi amistad inquebrantable y mi abrazo sostenido. Ya pronto podremos celebrar en familia, amigos míos. #GeneraciónDelSur “Retiro invernal; / En la pantalla dorada, / El pino envejece”. (Haikú) Matsuo Bashô. #ElPoema // La recomendación de hoy: el libro Poemas para combatir la calvicie de Nicanor Parra y el disco Wide Open Spaces de Dixie Chicks. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor que hacer, póngase a leer.
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