Piedrazos
Héctor Narváez
Un México de cabeza
Primera de dos partes
Lo contrario que se ha dado en otras desgracias, en donde los sectores se unificaron para ayudar en la emergencia, en esta ocasión ha sobresalido “el valemadrismo”.
Y parece que nuestro país vive en un ritual por la muerte, en lugar de velar por la vida y el bienestar de los demás.
Es un México de cabeza. Que ya estaba así y que vino a evidenciarlo aún más esta pandemia.
Sin pausa
El mundo se paralizó, pero la tierra azteca no.
En el largo y ancho territorio nacional, muchos han celebrado fiestas en medio de la contingencia.
Es la cultura mexicana, claro está. Aunque refleja más una cultura de que “nada les importa”.
La mayoría de la población del país es de jóvenes, y quienes desafortunadamente una gran parte no ha entendido los tiempos actuales.
En la Ciudad de México, la capital con más de 20 millones de habitantes, desde hace semanas se realizan las denominadas “Fiestas Covid”, que tienen como reto entre “los chavos” de contagiarse del virus.
Algo que busca más rendirle tributo a la muerte, antes que gozarse en la vida.
Las autoridades federales, poco han podido convencer del capricho de unos cuantos que hacen hasta lo imposible para enfermarse.
Mientras, en otras regiones, los abortos continúan, los asesinatos están a la orden del día como los suicidios, en las calles siguen deambulando los drogadictos y un resto desde la clandestinidad participan en rituales de tortura.
Por su parte, los malhechores se dedican a robar lo poco que tienen las familias y que les ha costado muchos años de sacrificios, los extorsionadores aplican nuevos métodos en estos tiempos para hacerse de dinero fácil y los políticos corruptos aprovechan la crisis para fraguar más saqueos al erario.
Así, no se dio la pausa que se esperaba. Que era necesario, para saber en qué íbamos mal, que ahora conocemos, pero de lo cual lamentablemente no recapacitamos.
El colapso
El mundo cimbró. Las potencias se debilitaron.
Y México está sufriendo las consecuencias de todo lo que sucede en el planeta, además de sus malas decisiones.
Mientras en otras partes del globo terrestre ya hablan de que esto se trata de una “selección natural”, en nuestro país la mayoría sigue debatiendo si el virus es real o no.
Así, se continúa cometiendo los mismos errores de la aglomeración en lugares públicos y de no aplicar las medidas necesarias de prevención.
Que prefieren hacer caso a un empresario, que con su televisora se ha enriquecido a costillas del pueblo, cuando les escribe que hay que “desapendejarse” para salir de la cuarentena, método que bien se podría aplicar (desapendejarse) para ya no seguir cayendo en “los abonos chiquitos” de su tienda comercial.
Como si los problemas no fueran suficientes en México, nos dimos el lujo de descuidarnos de un virus, el cual pudimos haber “domado” así como lo esperaba el Gobierno, si hubiéramos tomado en serio el distanciamiento social y el encierro en las casas de manera provisional.
A la par, muchos, millones de ciudadanos, se fueron por su decisión muy personal basada en sus libertades y derechos, para hacer lo que se les vino en gana y con ello miles han muerto y otro tanto se han contagiado y han contagiado a los demás.
Siguieron con la necedad que les recetaron en los primeros días de la contingencia desde las mañaneras. Y así se mantienen hasta la fecha.
El mundo colapsó. Y en todos los aspectos: en salud, economía, en lo social y humanamente.
México, no es la excepción. Sobre todo, porque millones se dejaron llevar “por el canto” de nuestros gobernantes, que juraban desde temprano hasta al atardecer que las cosas iban bien, cuando ya nos encontrábamos en emergencia.
Estamos de cabeza. Un virus nos vino a demostrar lo mal que vivimos. Lo peor, es que no lo queremos reconocer.
Moraleja: ¿Cuál es la tarea más difícil del mundo? ¡Pensar!
Piedritas: ¡Buena decisión!
Ayer se dio a conocer que los burócratas del Gobierno de Chiapas, no regresarán a laborar el 1 de junio, sino hasta el 15 de junio.
Es lo más sensato. Porque no hay condiciones reales para que se retorne a las actividades normales, cuando los casos por el coronavirus han ido en aumento.
Por último: ¡Le explotó la bomba a “La Toya”!
La alcaldesa de Huehuetán, Victoria Guzmán, tiene serios problemas, con la carta del síndico y siete regidores que enviaron al Gobernador REC, para dar a conocer todas las irregularidades.
Ayer me llegó un mensaje que la constructora familiar que armó junto con su hermano, Saúl Guzmán, realmente el dueño sería del hijo de “La Toya”. Y parece que esto apenas empieza en este municipio, otro mal gobernado por quienes llegaron por Morena.
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