Piedrazos
Héctor Narváez
¡Tan cara hicimos la vida!
¿Cuándo nos íbamos a fijar que le dimos un sobre valor a las cosas? ¿De qué aumentamos los precios y nunca pensamos que llegaría a un límite?
Solo faltaba que, en las ciudades de primer mundo, se cobre por el aire que respiran sus ciudadanos.
Tan cara hicimos la vida, que ahora los que acumularon riquezas, o no pueden comprar como antes o están perdiendo su capital ante la baja de los precios.
El derroche
Ahí está el ejemplo de la compra de los respiradores artificiales que hizo el IMSS a costos elevados, por un millón y medio cada uno.
En medio de esta emergencia, en el mercado su precio real es de alrededor de 500 mil pesos. Pero, también hay especialistas que han propuesto los mismos equipos, a un menor valor, por los 250 mil pesos cada uno.
Sin embargo, ya vimos al Gobierno Federal que buscó intermediarios para esta adquisición. Bueno, hasta la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, compró respiradores por arriba de los 2 millones por unidad.
Precisamente en la capital del país, la vida es muy cara: solo encuentras departamentos a partir de los 3 millones de pesos, con lo cual en el Sureste de México se podrían construir 16 pies de casa para familias de escasos recursos.
Nada más que, en estados como Chiapas y Oaxaca, cientos no tienen las posibilidades económicas para levantar una vivienda y se las ingenian para improvisar chozas con madera y palma.
A pesar de la pobreza tan marcada, en estas entidades hay presencia de las cadenas de restaurantes internacionales como VIP’S.
Pegado a Chiapas, se encuentra Guatemala, un país que en teoría sus comunidades sufren de alta marginación. Sin embargo, en la Zona Uno de la capital, están los mejores hoteles del mundo, en donde su personal habla por lo menos tres idiomas. Una noche en estos “palacios del lujo” llega a costar varios miles de pesos.
Y así podemos mencionar el derroche que se da en China, en Italia, en España, en Estados Unidos y en todo el mundo. Un derroche que hoy en día está afectando en medio de esta crisis por la pandemia.
Reajuste económico
Eso es lo que se viene después de que se pase esta emergencia mundial.
Algo que ya empezaron a entender los consorcios internacionales como Uber, que tuvo que reducir su personal de áreas que ya no ocupará, porque está entrando a otro estilo de hacer negocios.
Lógicamente, las empresas emprenderán una franca competencia. Primero, para recuperar los clientes que perdieron durante la etapa de aislamiento. Y segundo, de ofrecer un mejor servicio a un bajo costo.
Sí, esa es una realidad a la que nos estamos acercando y que empezamos a ver. Increíblemente, los precios comienzan a bajar.
Ahí está el caso de la gasolina, que como nunca antes en la historia de la humanidad, llegó a valer un litro de este combustible casi igual a lo que se compra un refresco familiar.
Y lo demás, vendrá en cadena: los restaurantes ofrecerán sus alimentos a costos más económicos, las cafeterías, las tiendas departamentales, las automotrices y otros.
Es cuando se dará la oportunidad para que, en nuestro planeta, todas las clases sociales puedan acceder a una mejor vida.
Así como ya existe ese derecho en otros países, así puede suceder en Latinoamérica y en especial en México.
Es algo a lo que cual se han negado los grandes capitalistas, pero este virus llegó a cambiar el mundo, que ahora hasta ellos se encuentran en eminente riesgo de desaparecer del plano.
Son empujados a cambiar su modelo de hacer negocios. Y ese cambio también implica que deben de bajar los costos, para recuperarse de la caída que han resentido en esta temporada.
Es un reajuste. Necesario e inevitable. Y que nos está enseñando que teníamos una vida tan cara, que en algún momento ya no se iba a poder sostener.
Moraleja: La vida es simple… Pero insistimos en hacerla complicada.
¡Nos leemos el lunes!
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