Piedrazos
Héctor Narváez
¿La vida o el dinero?
Una vez un periodista de la Ciudad de México, me hizo la pregunta: “Y si tu hijo te dijera un día: Papá, tengo hambre. ¿Qué le dirías? ¿Qué estarías dispuesto a hacer?”.
“O si otro día te dijera: “Papá… ¡Eres un corrupto! ¿Qué le contestarías?”.
Por eso, hoy hago este planteamiento: ¿Qué vale más, la vida o el dinero?
El menosprecio
Aquella popular canción que nos dice que “con dinero y sin dinero, la vida no vale nada”, ¿tendrá algo de cierto?
Los mexicanos hemos sido considerados a nivel mundial como muy “valemadristas”. Que le restamos importancia a la muerte, hasta el grado de que hacemos broma de ella en el tradicional “día de muertos”.
Que somos “bien machos” y que no le tenemos miedo a nada. Según esa es “la leyenda urbana” que se cuenta a lo largo y ancho del territorio nacional.
Es más, hay grupos de indígenas que muy poco les importa morir en una manifestación en contra de aquel Gobierno que no les ha cumplido sus demandas.
Parece que aparte de que somos una raza “superdotada” físicamente, como que también contamos con un coeficiente intelectual por arriba de otros como los chinos, los italianos, los españoles o los estadounidenses.
Tan poderosos nos creemos los mexicanos, como para poder enfrentar el virus que ha provocado esta pandemia.
Aunque, en realidad lo que se trata es de un menosprecio y es en general. Menospreciamos nuestra familia y menospreciamos nuestra propia vida.
Porque eso es lo que demuestra una gran parte de la población que anda por las calles sin medidas de precaución, provocando aglomeraciones, argumentando que también tienen necesidad, cuando en realidad no es meramente importante salir a lugares públicos ante esta contingencia sanitaria.
¿O, será acaso que para los mexicanos la vida no vale nada?
Entonces, si la vida no vale, ¿qué es lo que tiene valor para nosotros?
¿Qué es lo que realmente nos mueve, hasta el grado de poner en riesgo nuestra salud y la de nuestros seres queridos?
El “otro amor”
Se dice que la mayoría de los mexicanos tienen tres pasiones: el fútbol, la política y las novelas.
Y es muy difícil llevar la contraria a alguien que se volvió un aficionado a un equipo del balompié, a una figura pública o a un melodrama televisivo.
Pero, todo esto lo ha utilizado el sistema que nos Gobierna desde hace muchas décadas para manipularnos y tenernos bajo su control.
Aunque parece que hoy en día, una gran parte de la población de este país, también se volvió materialista como el resto del mundo.
Desde hace ya años atrás, en México muchos estuvieron más interesados “en las apariencias”. En una forma de vida que nunca tuvieron y que no les importó adquirir cuantiosas deudas.
Por eso, conocemos de casos en nuestras comunidades de quienes andan un carro de lujo, pero lo deben a la automotriz. Que han pedido dinero prestado a todas las empresas crediticias y se encuentran en “buró de crédito”.
Se cargan con un estilo de vida lleno de lujos y comodidades, pero vendieron “hasta su alma” a las transnacionales.
Y ahora, con justa razón, los grandes inversionistas como Ricardo Salinas Pliego, reclaman el pago de esas deudas. Porque a ese tipo de empresarios lo que les importa es que la gente les dé más dinero, aunque se tengan que morir.
Es “el otro amor” al que se ha caído. No solo es propiamente del mexicano, sino también del chino, del italiano, del español, del estadounidense y de la mayoría de los que estamos sobre este planeta.
Es un sentimiento hacia obtener lo material, sin importar sacrificar nuestras vidas. Y es desde arriba hacia abajo.
Sin embargo, ese “egoísta amor” del ser humano, hoy está siendo aplastado por el virus.
Porque los esfuerzos que han hecho los Gobiernos tan orgullosos e irresponsables con esta crisis y la osadía de aquellos pobladores de enfrentarse a una pandemia, de nada están sirviendo.
Tan solo ayer vimos que se desplomó el llamado “oro negro”, lo que va a provocar la crisis económica en todo el mundo, porque muchos, pero muchos tienen inversiones en el petróleo y otros son pendientes de los hidrocarburos.
Nada va a ser igual. Debemos entender que nuestro planeta dio un cambio radicalmente. Y hoy más que nunca el hombre está obligado a detenerse por un momento y empezar a hacer las cosas de manera diferente.
¿Qué es más importante, entonces? ¿La vida o el dinero? Cada uno tiene su valor. Pero, para mí en este momento en el que atravesamos, la vida es lo más importante.
Moraleja: La vida es muy simple… ¡Pero nos empeñamos en hacerla difícil!
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