Diócesis de Tapachula
I domingo de pascua, 12 de abril del 2020
- Muy querida familia diocesana de Tapachula, hoy iniciamos el tiempo gozoso de la Pascua. Las lecturas de la Palabra de Dios que hemos escuchado en la Santa Misa enseñan, con claridad, que la resurrección de Jesús es obra de Dios. Así nos lo recuerda el apóstol San Pedro en el libro de los Hechos y así lo cantamos en el salmo responsorial. El Evangelio según San Mateo no describe ni explica cómo resucitó Cristo. Él sabe que la resurrección es un misterio invisible al que sólo se accede por la fe. Por eso se enfoca en contar, con lenguaje e imágenes bíblicas, que es Dios quien ha actuado en la Pascua de Jesús y que ésta puede transformar las personas y sus relaciones. Esta realidad aparece en la Carta a los Colosenses al decir que los creyentes viven ya como resucitados y por eso tienen que hacer suyos los valores «de arriba». Dios nos permita vivir estos días en casa como verdaderos cristianos llamados a la resurrección, a la Vida en Cristo.
- El tema que permea la vida y los encabezados de los medios a nivel mundial es el de la pandemia de la COVID-19. Es de esperarse que, teniendo delante una situación tan compleja, otras exigencias de la realidad pudieran pasar, incluso sin mala intención, a segundo plano. Sin embargo, inmersos -también nosotros- en este flagelo de la COVID-19 que le va pasando factura a la humanidad, no podemos dejar de mirar y sentirnos interpelados por las urgencias de nuestra realidad local, agravada por esta emergencia de salud.
- Desde este punto de vista, hemos de decir con claridad que, tanto entre nosotros como entre los hermanos de nuestros vecinos del norte, los hermanos migrantes siguen siendo el rincón olvidado de esta problemática tan grave. Nosotros que, con tranquilidad y amor de hermanos hemos decidido darles una mano, vemos que hoy sufren más, en todas las etapas de su peregrinar: llegada, tránsito y destino. Nos preocupa que, por el pánico de la COVID-19 y el cierre de las fronteras, la autoridad se limite a replegar, abandonar y olvidar en zona neutral, dejándolos a la intemperie, olvidando que también son seres humanos y, como todos, vulnerables al virus que va enfermando hoy al mundo. Con profundo respeto de unos y otros hemos de decir que nos parece que esta solución adoptada tiene poco sentido humano y mucha irresponsabilidad, teniendo en cuenta la gravedad de los tiempos que estamos viviendo. Nos preocupa mucho que los hermanos migrantes estén siendo deportados sin cercos sanitarios ante la COVID-19 y abandonados a su suerte para riesgo propio y de la población local.
- Queremos con toda seriedad y respeto, hacer un llamado a los tres niveles de gobierno a caer en la cuenta que, de forma especial en estos tiempos de la pandemia por la COVID-19. Los migrantes siguen ingresando por nuestra frontera sur y, por tanto, se exponen y ponen en riesgo a familias enteras a la COVID-19. Es necesario proteger su salud con cercos sanitarios, incluso, para hacer mejor la labor de proteger a la población local.
- Hacemos un llamado a todos, autoridad civil y pueblo en general, no entremos en pánico para no perder el sentido de humanidad que siempre es necesario. Seamos conscientes que los migrantes son personas e, igual que nosotros, están expuestos a la COVID-19. Cuidándolos también nos cuidamos del contagio, protegiéndolos nos protegemos.
Dios nuestro Padre, por intercesión de Santa María de Guadalupe -reina de los mexicanos y emperatriz de América- y de San José nos protejan, para que esta emergencia de salud pase pronto y, como familia diocesana, podamos vivir nuestra fe en la resurrección y celebrarla sin sobresalto.
Fraternalmente
+ Jaime Calderón Calderón
VIII Obispo de Tapachula