Código Nucú

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 César Trujillo

 

Los pepenadores del Juy Juy

Poco antes que el reloj marque las 8 de la noche, una pareja se sienta en un borde de la tortillería Mafer, que se ubica en la 8ª norte y 14 poniente, en el barrio Juy Juy, en Tuxtla Gutiérrez. Los lunes, miércoles y viernes de cada semana se les ve llegar cansados y usan ese espacio para tomarse un respiro.

Platican frente a un triciclo desvencijado en el que cargan bolsas y costales: algunos llenos de latas y botellas de plástico, otros de algunos alimentos recuperados u otros elementos como un espejo o algún jarrón.

Cada lata o botella que encuentran la aplastan con la suela de los huaraches que portan. La pisan y achatan para que el volumen en el costal sea menor. Es una suerte de estrategia que, incluso, quien compra, demanda. Eso sí: es una rutina que repiten una y otra vez hasta el cansancio.

Los he visto desde hace semanas apostarse en esa esquina. Se acomodan y comparten, en ocasiones, un termo con café y galletas ovaladas que depositan en un pocillo de peltre color azul al que ya se le notan varios raspones (seguramente por el ajetreo del trabajo).

Otras veces comen elotes asados con limón y chile en polvo, o bien, degustan algo que la gente de la cuadra les regala. Apenas el lunes comían unas salchichas para asar con rebanadas de pan blanco y bebían agua de una botella.

En cuanto los vecinos salen a dejar las bolsas de basura, ambos se sumergen en la revisión minuciosa de lo que va llegando. En silencio, bajo la mirada de algunos curiosos, hurgan y van depositando en su triciclo lo que encuentran y consideran de valor, aparte de los objetivos del trabajo. Algunos ya les llevan los botes y latas por aparte para ayudarlos. Esa camaradería del barrio me gusta bastante, aunque lamentablemente no se da en todos.

Hay veces que consultan la importancia del objeto hallado. Otras se coordinan sin hablar y eso me llama la atención: señalan un área (sí, los cerros de basura en cada esquina son bastante grandes) y el otro se mueve para buscar lo que ya divisó su compañera o viceversa.

Durante unos 20 minutos o más, tiempo aproximado en que todos salimos a tirar la basura, ambos buscan y guardan lo que puede servirles para vender o para su uso personal. Una semana atrás vi la sonrisa por unas playeras con la estampa del partido verde que alguien sacó a tirar.

No hace mucho, también, vi a la señora limpiar con su mandil un muñeco sin piernas. Sonriendo lo mostró a su esposo (intuyo que son pareja) quien movió la cabeza de forma afirmativa y devolvió la sonrisa.

Quizá esa noche llegó la navidad desfasada a la casa de alguno de sus hijos o el regalo de cumpleaños, lo digo porque se les veía contentos. (Hace rato, ahora que pienso, que no veo a algunos de mis vecinos felices. Siempre andan de prisa, malhumorados y algunos ni saludan ya).

Cuando terminan con esa esquina, bajan a la que está en la 13 poniente por la zona de talleres de hojalatería, mecánica y eléctricos. En esa rutina se pierden, de cerro a cerro de basura, no sé hasta qué dirección. Luego falta el retorno a casa con lo recaudado y esa debe ser la peor parte: la carga siempre es un problema cuando la energía ha disminuido, pero la necesidad es cabrona y uno siempre saca fuerza de saber dónde.

Días atrás los escuché platicar con la vecina, que es la que vigila que ninguno saque la basura antes de tiempo, o bien, que los perros rieguen todo. Ahí contaban que su caminar comienza apenas cuando la luz les da la espalda. Sin embargo, cuando el calor es apremiante y las lenguas del sol quemaron el asfalto con fuerza, retrasan un poco más la salida.

Recorren el norte poniente de Tuxtla de lunes a viernes. Los días que dije es el Juy Juy parte de la ruta que empieza más arriba. El sábado costuran los costales o sellan las bolsas para llevarlas a donde les compran el aluminio o el plástico que pesan y conforme a ello les pagan. Lo sé porque un conocido compra este tipo de materiales en una tres toneladas que recorre la ciudad.

Siempre que los veo, los saludo. Son educados y responden gustosos, sin interrumpir el trabajo. Se secan el sudor con el antebrazo. Cuando terminan, empujan entre los dos el triciclo y se funden en una sola sombra que es la de cientos que hacen lo mismo u otra labor igual.

Viéndolo bien, soy afortunado y en ocasiones me quejo por alguna nimiedad. Pienso que los mismos días que me siento frente a la computadora, en una silla acolchonada, con una taza de té o café, con galletas o pan, y con el ventilador refrescando mi estancia, ellos buscan en los desechos el material que les permita ganar unos pesos para vivir semana a semana.

Los he visto, repito, desde hace mucho tiempo. Y hasta hoy no sé cómo se llaman. He pensado en preguntar sus nombres, pero temo interrumpir con mi presencia su jornada, temo entrometerme, entorpecer esa labor, aunque quizá lo haga un día de estos.

Mientras tanto, seguiré viéndolos camuflarse en las sombras del poste de luz, en la indiferencia de quienes los ven de soslayo o en el reflejo de las luces de los vehículos que les pitan para que no obstruyan su camino sin importarles nada más.

Seguiré viéndolos perderse entre los vacíos de luz que tiene la calle, entre los árboles de almendra. Eso sí, antes, mucho antes que los camiones lleguen a recolectar la basura a la esquina e inunden todo con ese olor nauseabundo que los caracteriza.

 

#Manjar La medalla Rosario Belisario Domínguez, que otorga el Senado de la República, será para la activista y luchadora social Rosario Ibarra Gutiérrez. El galardón es merecido y deriva de años de estar inmersa en una lucha contra la ignominia y de ser parte una de las voces presentes que suenan para hablar por quienes no tienen voz. Con esta decisión se termina la rumorología que había puesto, incluso, a una joven youtuber como una de las propuestas y que había desatado un sinnúmero de comentarios al respecto. Creo que la decisión es la correcta y que el trabajo de la Comisión, en la que se encuentran tres senadores chiapanecos (Sasil de León, Eduardo Ramírez y Manuel Velasco), es bien visto. Reconocer la lucha por los derechos humanos siempre lo será. #BienAhí// “La pobreza le priva al hombre de todo espíritu y virtud. Es difícil para un saco vacío permanecer derecho”. Benjamín Franklin. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro Luz silenciosa bajando de las colinas de Chiapas de René Morales y el disco de Boleros de Tania Libertad. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.

* Delegado en Chiapas del Sindicato Nacional de Redactores  de la Prensa.

Contacto directo al 961-167-8136

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